Fuente: Golf Channel – USGA. “Estar cerca de ganar majors un par de veces me ayudó a creer que podía hacerlo. También tuve un buen torneo dos semanas antes, en el BMW Championship en Londres, lo que aumentó mi confianza para el US Open. Durante mis rondas de práctica en Oakmont, ya tenía la sensación de que mi golf estaba en su mejor momento. Los greens eran extremadamente difíciles de leer, pero yo sabía que todo el mundo estaba luchando contra eso. Por otra parte, estaba pegándole con el driver como nunca antes, largo y recto, una combinación que resultó ser la mejor arma para Oakmont.
Mientras manejaba hacia el club el domingo por la mañana, le dije a mi manager, Manuel Tagle: “Estamos a dos golpes de Tiger.” Yo sabía que él era el hombre a vencer. El estaba en su mejor momento y siempre fue difícil de derrotar en la ronda final de un major.
Recuerdo varios tiros claves en el último día. Un chip en el hoyo 3 desde atrás del green terminé dejándolo a un metro del hoyo, lo que me permitió salvar el par después de enfrentar un tiro muy difícil. Perfectamente la pelota podría haber vuelto a mis pies o haber viajado hacia el otro extremo del green.
Después emboqué un putt muy importante para salvar el bogey en el hoyo 9. En ese punto era esencial evitar un doble bogey, sobre todo porque acababa de hacer un gran birdie en el hoyo 8 después de dejar mi madera-3 a seis metros en ese Par-3 de 300 yardas. Mi segundo golpe en el hoyo 15 para anotar un birdie también fue especial, ya que la pelota casi entró a la copa desde 165 yardas.
Incluso después de hacer bogeys las banderas 16 y 17, sabía que todavía estaba al frente cuando llegué al tee del 18. Desde ahí pude ver como el golpe de salida de Jim Furyk en el 17 terminó con un muy mal lie. Un buen drive sería crucial para poner un número (285 tiros, +5) que iba a ser difícil de igualar. En ese momento solo pensaba de manera positiva: sólo yo, mi tiro de salida y el fairway del 18. Nunca podré olvidar ese drive: 346 yardas, justo por el centro del fairway.
No podía creer que había ganado hasta que me desperté a la mañana siguiente y vi el trofeo en mi habitación del hotel al lado de mi cama. Hasta ese momento, era como un sueño salvaje. Ganar en Oakmont fue el momento más increíble de mi vida. Me permitió darme cuenta de que podía ganar lo que me propusiera en el golf. Mi confianza se disparó – ese año, gané el Grand Slam of Golf, el Singapore Open y perdí contra Ernie Els en la final del World Match Play en Wentworth -. Fue un año increíble que nunca olvidaré.
Pero la sensación más increíble era volver a casa con el trofeo de US Open. Hubo un gran desfile desde el aeropuerto hasta el centro de Córdoba con mi familia, amigos y toda la gente de mi ciudad natal. Al final del año, recibí el Olimpia de Oro como el deportista de 2007 en Argentina. Fue un gran reconocimiento por parte de los periodistas deportivos…el hecho de darle a un golfista el premio más importante en un país que suele ser todo sobre Maradona, Messi y fútbol es algo enorme”.