El sistema de control de riego mediante decodificadores de campo, es una alternativa cada día más utilizada en los campos de golf de todo el mundo. Inclusive en el mercado estadounidense, con una «cultura» de control netamente orientada a los Satélites, esta tecnología multiplica año tras año la cantidad de adeptos.
Su origen es europeo, habiéndose iniciado su desarrollo en la década del ’70. El móvil original era lograr un sistema de control confiable y flexible, que obviara el uso de cable de alimentación en 220-240 volts, y que estuviera al resguardo del vandalismo. Lográndose un sistema con voltaje máximo de 35 volts, mediante una señal de corriente alterna discretizada.
Orientado a riegos de menor envergadura, para los países del norte de Europa, no tuvieron en aquel principio, ninguna restricción operativa con la capacidad de los ordenadores de aquella época.
En principio los decodificadores, contaban con «dip switches» para su configuración inicial e inicialización en el programa de control, pero problemas de entrada de humedad orientaron a los fabricantes en la búsqueda de un dispositivo totalmente estanco. Ya hace más de 20 años se fabrican en cápsulas totalmente selladas, existiendo pruebas en el terreno de larga data.
Esta tecnología que nació sin mucha ambición, despertó gran interés por las empresas líderes fabricantes de equipos de riego, especialmente por la sencillez y flexibilidad operativa mencionadas, su comprobada confiabilidad y su capacidad de crecimiento paralela al desarrollo de computadoras más potentes y programas de control más sofisticados. Resultando que las principales corporaciones del rubro, incorporaron las empresas que contaban con la mencionada tecnología.
En la actualidad existen sistemas basados en decodificadores y computador central, con capacidad de manejar hasta 1000 decodificadores, o sea 1000 estaciones de riego. Y un número máximo de válvulas solenoides, limitado solo por la potencia de la interfase y el diámetro del cable bipolar de control. Necesitando, una cancha normal de 18 hoyos, no más de 250 a 300 decodificadores, se estaría muy por encima de lo usualmente necesario.
El concepto operativo es el de un Control Central (computarizado) que mediante una interfase, alimenta eléctricamente y envía a su vez señales codificadas de frecuencia a través de un único cable bipolar, a los decodificadores de campo, los cuales pueden gobernar (2) válvulas solenoides o (6) válvulas solenoides en el caso de los decodificadores de Green. Cada decodificador cuenta con un número que lo identifica. Durante la ejecución se registran los números de los decodificadores y se anotan las válvulas o rotores con «válvula de cabeza» que gobiernan. Posteriormente esta información se vuelca en la computadora en forma sencilla (proceso de inicialización) donde al decodificador (XXXX) se lo «rebautiza» con un nombre más entendible, por ejemplo, 1F2 (Fairway del hoyo 1, estación 2), que es el que figurará de ahora en adelante en las planillas y esquemas de riego.
A partir de allí el superintendente, podrá realizar cualquier programación de riego, agrupando los decodificadores en la forma que más le plazca, teniendo sólo la limitante del caudal máximo definido en el proyecto y de la capacidad de control del software utilizado. Cada decodificador, interpretará la señal de control enviada por el Computador Central y operará la/las válvulas solenoides que gobierna cuando se lo «solicite» desde la central, ya sea en forma manual o dentro de algún programa preestablecido. Así de sencillo y así de flexible y por sobre todo de una máxima confiabilidad. Además existen decodificadores para control de bombas, para recepción de señales de sensores, pudiéndose también utilizarlos para operación de fuentes, alarmas sonoras en caso de tormentas eléctricas, etc.
En caso de quererse la opción de operar el sistema desde el campo, existen (2) alternativas, mediante estaciones remotas o mediante radio.
En cuanto a los riesgos de cortes o desperfectos, los mismos van en relación directa a la longitud de tendido, la cantidad de cable enterrado es del orden de 6 veces menor al de un sistema convencional de satélites. Además en caso de existir un corte, su detección es muy sencilla, ya que entre la última válvula operativa y la primera desconectada se encontraría el problema, sumado a esto, los programas de control traen una función de testeo eléctrico de la red. De igual forma, diseños adecuados, con circuitos cerrados de alimentación, eliminarían cualquier riesgo de falta de señal eléctrica.
En caso de fallar un decodificador, no funcionaría la estación por él controlada, el resto del sistema no se encontraría afectado. Las conexiones enterradas, deben realizarse en forma correcta, nada más, sin ningún recaudo adicional, dado el bajo voltaje de operación. Como en todo sistema con controles electrónicos, se debe realizar una adecuada puesta a tierra mediante jabalinas ubicadas estratégicamente a lo largo de la red eléctrica.
Por otra parte el hecho de no presentar ningún elemento a la intemperie («out of sight, out of mind» según los norteamericanos), se protege el sistema del vandalismo y de las «malas prácticas» o desatenciones del personal de mantenimiento. Evitándose también el problema, verificado en los satélites, de insectos (hormigueros) o roedores que puedan anidar en su interior.
El hecho de la centralización, no representaría -según nuestro parecer- una desventaja, hemos observado que en sistemas de satélites con un control centralizado fácilmente operable, el superintendente rara vez, por no decir nunca, utiliza los satélites. Tan es esto así, que se están fabricando «cajas bobas» en vez de satélites, los cuales serían meramente dispositivos de reducción del voltaje de 220 Volts a 24 Volts y de direccionamiento de las señales a las válvulas solenoides.
Otro aspecto beneficioso de los decodificadores, es la capacidad de expansión en forma sencilla, ya que lo único que se debe realizar es agregar un nuevo decodificador y direccionarlo en el computador central. Lo que representa una importante ventaja en el caso de automatizar sistemas manuales o agregar nuevas áreas de riego a sistemas existentes. Asimismo, de desarrollarse nuevos programas de control más potentes y sofisticados, los mismos pueden adaptarse a los sistemas existentes sin ningún elemento adicional.
Tal es el impacto de esta comprobada tecnología que especialistas estadounidenses, lo consideran como el sistema de mayor proyección de crecimiento (ver revista golf Course Management, oct. 98). Prueba de ello, es que de los aproximadamente 2300 sistemas funcionando en el mundo, un 20% se han instalado en los últimos años en dicho país.
En la Argentina las canchas del Llao Llao Resort, Tortugas C.C., Cardales C.C., Highland Park C.C., cuentan con sistema similares, a los que se sumará próximamente el Salta P.C.
Por último, es importante aclarar que el uso de satélites, representan una solución también de alta tecnología, con capacidad de control similar y también probadamente eficaz. La diferencia fundamental -en cuanto al grado de control-, se basa en que utiliza un concepto de jerarquías operativas y dobles prestaciones, ya que existe la posibilidad de programar los satélites en caso de falla del control central. Este concepto, importante en el pasado, se debilita en el caso de sistema centrales de alta confiabilidad como los actuales sumado a la posibilidad de tener por parte de los distribuidores, una unidad de emergencia a disposición de los clubes.
Resumiendo, el uso de decodificadores, representa una alternativa tecnológica que no se debería dejar de tener en cuenta, cuando se proyecta la ejecución de un riego automático de alta flexibilidad con control centralizado.