Por Agustín Mayoral. Surgido del Boulogne Golf Club y radicado en Europa desde 1995, Alejandro Molina vive un gran momento en su carrera como caddie tras haber sido partícipe del triunfo del italiano Andrea Pavan el pasado fin de semana en el BMW Championship, torneo del European Tour. Conversamos con él y nos contó detalles del momento que está viviendo en Europa, cómo es ser caddie en el viejo continente, la relación con Pavan y con su hermano Mauricio, profesional del Staysure Tour, su mirada del golf nacional, la importancia de su trabajo en este deporte, la actualidad de los profesionales argentinos y su anécdota con Eduardo “El Gato” Romero.
¿Cómo viviste el BMW Championship? ¿En qué momento dijiste acá lo ganamos?
Muy lindo, muy lindo. Ya lo había ganado con Fabricio Zanotti en otro campo, en Dusseldorf. Ganar con Andrea Pavan fue muy emocionante. Teníamos que hacer birdie para ganar en el playoff. Muy bien la gente, los alemanes dándonos fuerza. Salió todo bien. Cuando Andrea la dejó cerca y el inglés se fue al bunker, que hizo una papa, y me di cuenta que se terminaba.
¿Por qué esa reacción en el festejo?
Lo hice en República Checa el año pasado también. Andrea es muy tímido. Le quise poner un poquito más de gana, energía y que se divierta. Vos viste cómo somos los argentinos…
¿Hace cuánto tiempo y cómo empezó tu vínculo con Andrea Pavan?
Hace tres años le llevaba los palos a Ricardo González. Él no jugaba el Rolex, y vi que Andrea estaba invitado. No lo conocía bien. Lo llamé y le dije que estaba interesado en trabajar con él. A los cuatro días me llamó. Andrea no estaba pegando bien, no tenía ganas de seguir jugando al golf. Empecé a motivarlo, a decirle cómo pegar. Él participaba en el Challenge Tour. Jugamos, pasamos el corte y quedamos en el puesto 25. Le gustó cómo trabajé, le gustó mucho. Después de eso me empezó a llamar. Yo estaba esperando a otro jugador para llevarle los palos, pero no se comunicó conmigo. Andrea me insistió tanto que decidí trabajar con él. Después, casi ganamos en Marruecos. Le gustaba un caddie con experiencia y que conociera muchos campos de golf. Desde 1995 que hago este trabajo en Europa. Gané con seis jugadores distintos.
¿Sos caddie de algún otro jugador en el Tour? ¿Tenes la misma conexión que con el italiano?
Le llevé los palos a Constantino Rocca, estuve en la Ryder del `97. El último match se lo ganamos a Tiger, y obtuvimos la Ryder. El capitán era Severiano (Ballesteros). Los chicos jóvenes me empezaron a conocer. Trabajé con Constantino cuatro años y medio.
¿Cómo es tu relación con tu hermano Mauricio? ¿Alguna vez le hiciste de caddie?
La relación con mi hermano es muy buena. Las veces que tengo libres le llevo los palos a él, que juega en el Senior Tour, que no cuenta con muchos torneos y puedo combinar. Me gusta trabajar con él, he aprendido mucho. Me encantaría ganar un Senior con mi hermano. Con Mauricio ganamos en el año 1993 el Abierto de Ecuador.
Le llevaste los palos a Eduardo Romero también…
Con el “Gato” ganamos el US Senior Open. Aparte, ganamos cinco torneos del Champions Tour.
Te cuento mi anécdota con el Gato: Yo tenía un auto, y la mujer que me llevaba los papeles del seguro me preguntó qué hacía, le comenté que era caddie y que estaba con Eduardo Romero. Un día, ella me contó que iba en el tren y que escuchó a una chica cuyo padre tenía cáncer y quería conocer al “Gato”, a su ídolo. Ella le comentó que conocía al caddie de Romero y que podía conectar para ver si era posible que fuera a verlo. Le pasó mi número de teléfono, yo le comenté al “Gato” la historia y, en vez de viajar el domingo para el British Open, volamos el lunes. Llegamos a la casa, cerca del Hospital de San Isidro. Eduardo se puso al pie de la escalera de la casa y le gritó: “Fernando, bajá, soy el “Gato” Romero”. El tipo bajó. Fue muy emocionante porque hacía mucho tiempo que no bajaba. Estaba toda la familia de él, amigos también. Todos lloraban y se abrazaban. Nos sentamos. Eduardo le dijo: “Vamos, Fernando, te llevo al British. Mañana viajo”. Él le contestó: “No, Gato, me queda poco”. Yo le había llevado una gorra, se la firmó y regaló al hombre, y le dijo: “Mirá, yo voy a ganar el British y te voy a traer la copa acá, y si no gano esa, te traigo la del US Open y vamos a festejar con champagne”.
Veníamos punteros del British y el “Gato” lo llamó a Fernando por teléfono para contarle que iba primero, torneo que al final perdimos en playoff ante Loren Roberts. La semana siguiente, en el US Open, empezamos punteros el jueves y viernes. El primer día lo llamó para ver cómo estaba. El viernes y el sábado no se comunicó con él. El domingo lo llamó, atendió la hija y le dijo que su padre había fallecido el día anterior. Nos queríamos morir. La chica contó que velaron y enterraron al padre con la gorra que le había regalado, porque él quería llevarse ese recuerdo. A mí me agarró escalofríos. Fue una emoción terrible. Ese fue el año que el “Gato” ganó el Abierto de los Estados Unidos.
¿Cuál es la importancia del caddie en el golf actual?
Ha cambiado mucho el Tour. Los jugadores traen amigos. No es lo mismo a que te lleve los palos un caddie con experiencia, son dos cabezas diferentes. Cuando estoy por ganar no siento nervios. Estoy frío, hago mi trabajo, y esos chicos nuevos son distintos. No es lo mismo, no hay resultados. Si no tenés un caddie con experiencia y que conozca muchos campos de golf, las cosas, a veces, no salen.
¿Cómo ves al golf argentino?
De a poquito están saliendo buenos jugadores, hay que ayudarlos. La pelean. Deben entrenar mucho. Si no entrenas, no hay resultados.
¿Cuáles son tus planes para el futuro?
Hasta que me dé el cuerpo, sigo de caddie. Desde el año 95 que estoy acá en Europa. Yo soy del Boulogne Golf y me gustaría sacar chicos nuevos. Ayudarlos y enseñarles cómo se juega el campo de golf, las tácticas que se desarrollan, algo que no muchos no saben.