Clodomiro Carranza ha ganado dos títulos en PGA TOUR Latinoamérica y entre los ganadores de múltiples títulos en el Tour fue quien más tiempo vio pasar entre el primero y el segundo. Su primera conquista fue en el Aberto do Brasil de 2012 y la segunda en el Neuquén Argentina Classic 2018 el pasado noviembre. No mucho antes de aquella segunda victoria era normal verlo operando la maquinaria de mantenimiento mientras ejercía del cargo de superintendente del campo de golf en su club en Río Cuarto, Argentina. El jugador que hoy cuenta con 37 años se tomó una pausa de dos años entre marzo de 2014 y marzo de 2016 antes de regresar a la competencia internacional y resucitar su carrera en PGA TOUR Latinoamérica. Recientemente “Miri” nos dedicó un tiempo para contarnos cómo fue aquel proceso que le dio un respiro y lo llevó de vuelta al círculo de ganadores. Incluyendo el Neuquén Argentina Classic, en los últimos siete meses logró tres victorias profesionales, ganando también el Abierto de Granadilla (Tour Chileno) y el Abierto de Termas de Río Hondo (Tour Argentino / Dev Series). A continuación, toma la palabra el “Miri” Carranza…
Cuando volví del (Korn Ferry Tour) en 2013, donde perdí la categoría, pensé que tendría una buena categoría en Tour Latino en 2014, pero ese no fue el caso. La idea era arrancar a jugar y jugarlo todo, pero no entraba a ningún torneo. Empecé a dudar y tampoco estaba muy convencido.
El año anterior en Estados Unidos había extrañado mucho a mi familia. Tenía a mis hijos pequeños y de repente me salió una oportunidad de estar cerca de casa haciendo algo que me gusta mucho que es el tema de cancha. Era marzo de 2014 y mi tío, Luis Tazzioli, era el presidente del Rio Cuarto Golf Club, mi club. Él se enteró que yo estaba medio a la deriva y me ofreció el trabajo como superintendente. La verdad que ni lo pensé porque siempre fui un apasionado por lo que es la cancha, el pasto, las modificaciones y empecé a trabajar.
Durante mi etapa como superintendente trabajé dos años y la cancha mejoró muchísimo. De hecho, en nuestra cancha se juega el Abierto de Seniors de la República y hay profesionales como Florentino Molina, Luis y Horacio Carbonetti, que son jugadores que se criaron en el club. Ahora Luis y Florentino viven en Buenos Aires, pero cuando llegaron a jugar el torneo en 2015, el segundo año que estuve trabajando, se quedaron sorprendidos por como estaba la cancha. Me dijeron que nunca la habían visto tan bien, tan prolija. Creo que eso es un poco reflejo de mi personalidad porque trato de hacer todo lo que hago bien.
Yo no soy de quedarme muy quieto, así que como el encargado de la cancha hacía un poco de todo. Aprendí a utilizar toda la maquinaria y a cortar los fairways, el rough y los greens. Me gustaba mucho cortar los fairways y los greens. Los greens era mi parte física de caminata porque con cada green que cortás es más o menos un kilómetro que caminás, así que cortaba seis greens o siete.
El trabajo era entrar a las 6 de la mañana y salir a las 2 de la tarde y a horario bien estipulado porque yo era el que tenía que abrir el galpón, darle las órdenes a los empleados y preparar todo el trabajo del día. Tenía que planear todos los trabajos que uno ve que se hacen en la cancha. Los sábados y domingos comenzábamos más temprano, a las 5 o 5:30 a.m., dependiendo de la luz y de la hora de la primer salida. Si bien yo siempre fui de trabajar mucho en la parte de golf, ese trabajo me dio mucho el sentido de tener un horario, a ser disciplinado. También aprendí a valorar el sacrificio que hace un empleado.
Estaba trabajando ocho horas al día, así que tenía poco tiempo para practicar. Lo último que había jugado andaba muy perdido con mi swing. Iba a practicar una hora y tiraba un día de una forma y otro día de otra, así que fui a ver a mi amigo José Campra, quien me incentivó mucho. Empecé a tomar clases con él y comencé a practicar con un orden, estableciendo una buena rutina de práctica. Trataba de practicar dos horas por día, pero eran dos horas bien practicadas.
En esa época aún no sabía si iba a volver a jugar en un Tour internacional. Jugaba un número limitado de torneos en Argentina, pero no más de siete u ocho al año, incluyendo los eventos del PGA TOUR Latinoamérica a los que me invitaban y bueno, empecé a tener buenos resultados. Salí tercero, empatado con Ángel Cabrera, en el Abierto en el Jockey en San Isidro (en 2015) y ahí casi salvé la tarjeta del Tour. Solo cuatro meses después, en marzo de 2016, dejé el trabajo de superintendente y retomé a full.
Creo que aproveché bien esos dos años y cuando miro atrás no los veo como años perdidos. Pude disfrutar a mi familia y ahora me siento más enfocado y agradecido por ganarme la vida jugando este juego maravilloso que es el golf.